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Test de sensibilidad social : ¿Quién se anima a terminar de leer un relato sobre los “niños en la ca

  • Fran Morrogh
  • 1 sept 2016
  • 6 Min. de lectura

Animarse a terminar de leer o escuchar ideas que tiene cada persona, nos abre la oportunidad a cambiar nuestra forma de vivir. Cada idea que se percibe del otro, hace que uno tenga una visión más justa, porque así mueren nuestras contradicciones, nuestros prejuicios sobre el otro (“ah mira vos, yo pensé que las cosas eran de otra manera, ahora que estuve en contacto con otra realidad, no pienso como pensaba antes”).


¿Y porque la convivencia con el otro extraño y su idea diferente va a aportar a mi realidad? ¿Qué tiene el que no tenga yo?

El otro siempre es el que nos construye, porque el otro siempre va a saber lo que yo no sé. El otro sabe lo que yo no sé, porque su subjetividad le hace percibir detalles de la vida. Yo y el otro ignoramos cosas por el simple hecho de cómo es cada personalidad, como estamos posicionados en el mundo y la edad que cada uno tenga. Entonces siempre mi subjetividad (o mi percibir de la realidad) nunca va a ser mejor cuando hay una interacción de ideas que interactúan como un conjuntos de ingredientes que hacen a una “masa homogénea”. Más bien, en la convivencia con las ideas del otro, logramos la comprensión de la realidad (“no es ni blanco como decís vos, ni negro como digo yo, es un punto medio entre los dos”). La frase de Einstein nos aclara un poco la idea de lo importante que es el otro cuando dice “todos somos ignorantes pero no todos ignoramos lo mismo”, lo cual el estar con el otro hace a la sabiduría real de las cosas”.

En este debate particular, no escuchar una idea a la cual pertenecemos todos, posiblemente habla de un sencillo desinterés hasta una incapacidad o de una irresponsabilidad que tenemos para hacernos cargo de los fracasos o frustraciones que somos como sociedad.También como sujetos individuales que somos, no hacernos cargo demuestra de cómo está hecha nuestra conciencia falsa. En todo momento nos colgamos de las excusas y la utilizamos como un mecanismos de “”defensa”” inconsciente. Parece ser que la utilizamos para sentirnos “inocentes”, ya que creemos que “no estamos haciendo nada mal por el otro”, cuando en verdad hay un problema de ortografía en toda esa frase, ya que no va la palabra “mal”, es en realidad “no estamos haciendo nada por el otro”. Es así. Las excusas son como si fueran nuestra “morfina social” y parece ser que no es mentira, ya que siempre escuchamos de nosotros mismos, tales excusas como “no es mi culpa”, “que se jodan por vagos”, “yo me dedico a otra cosa”, “es perder plata y tiempo de mi vida”, “el Estado es el responsable” “que lo hagan lo que están al pedo” y simplemente “no me importa”.


En este caso particular, hablamos de los niños en la calle, donde doy un video de Calle 13 y Mercedes Sosa, la letra de la canción y más abajo, un análisis personal de la misma, para ampliar sobre lo que se puede pensar de la infancia desprotegida y todo lo que la rodea.


Hay un niño en la calle – Mercedes Sosa & Rene Perez (Calle 13)


A esta hora exactamente,

Hay un niño en la calle….

¡Hay un niño en la calle!

Es honra de los hombres proteger lo que crece,

Cuidar que no haya infancia dispersa por las calles,

Evitar que naufrague su corazón de barco,

Su increíble aventura de pan y chocolate

Poniéndole una estrella en el sitio del hambre.

De otro modo es inútil, de otro modo es absurdo

Ensayar en la tierra la alegría y el canto,

Porque de nada vale si hay un niño en la calle.

Todo lo toxico de mi país a mi me entra por la nariz

Lavo autos, limpio zapatos, huelo pega y también huelo paco

Robo billeteras pero soy buena gente soy una sonrisa sin dientes

Lluvia sin techo, uña con tierra, soy lo que sobro de la guerra

Un estómago vacío, soy un golpe en la rodilla que se cura con el frío

El mejor guía turístico del arrabal por tres pesos te paseo por la capital

No necesito visa pa volar por el redondel porque yo juego con aviones de papel

Arroz con piedra, fango con vino, y lo que me falta me lo imagino.

No debe andar el mundo con el amor descalzo

Enarbolando un diario como un ala en la mano

Trepándose a los trenes, canjeándonos la risa,

Golpeándonos el pecho con un ala cansada.

No debe andar la vida, recién nacida, a precio,

La niñez arriesgada a una estrecha ganancia

Porque entonces las manos son inútiles fardos

Y el corazón, apenas, una mala palabra.

Cuando cae la noche duermo despierto, un ojo cerrado y el otro abierto

Por si los tigres me escupen un balazo mi vida es como un circo

pero sin payaso

Voy caminando por la zanja haciendo malabares con 5 naranjas

Pidiendo plata a todos los que pueda en una bicicleta en una sola rueda

Soy oxigeno para este continente, soy lo que descuido el presidente

No te asustes si tengo mal aliento, si me ves sin camisa con las tetillas al viento

Yo soy un elemento mas del paisaje los residuos de la calle son mi camuflaje

Como algo que existe que parece de mentira, algo sin vida pero que respira

Pobre del que ha olvidado que hay un niño en la calle,

Que hay millones de niños que viven en la calle

Y multitud de niños que crecen en la calle.

Yo los veo apretando su corazón pequeño,

Mirándonos a todas con fábula en los ojos.

Un relámpago trunco les cruza la mirada,

Porque nadie protege esa vida que crece

Y el amor se ha perdido, como un niño en la calle.

Oye a esta hora exactamente hay un niño en la calle

Hay un niño en la calle.


Al principio de la canción empieza hablando de algo que se suele discutir en el área social: “el sentido real de la humanidad frente a lo que es la infancia en nuestra vida.”



Ya para el segundo párrafo tenemos la explicación de la vida cotidiana de un niño en la calle, con todas esas particularidades que la conforman, pero siempre mostrando esa especialidad que compone a todo niño, que es una luz de inocencia conviviendo con la oscura realidad. Por otro lado, indirectamente hablando, la vida de un niño en la calle refleja las prioridades que tiene una sociedad. Esas prioridades están relacionadas por varios climas socio-económicos, tales como el consumismo, el capitalismo, el artificialismo, la Era del “ego”y la Era digital. Para no hacer grandes explicaciones, el mejor resumen lo apoyamos en una frase que dice “Todo lo que existe es un objeto, todo objeto todo tiene un precio y ese precio destina donde va a parar el objeto”. Si hablamos de objetos, también está incluido el hombre y sus valores.



No habla de un sujeto con derechos, sino de un confuso y falso objeto humano, como si la especie es un ser artificial tecnológico, que viene a cumplir las metas políticas partidarias o metas empresariales de unos pocos, cuando en verdad el ser humano debe cumplir sus metas reales humanas, tales como el amor, la moral, la ética, tener una vida digna, una familia o tener sueños indiseñables y únicos que identifican a uno mismo y hacen a la felicidad.

El amor, la moral y la ética humana nunca fueron originados por la idea de un administrador de empresas, de un abogado o de un diseñador de marketing. Más que como una idea, son una acción humana y parece ser que lo más “originario, real y cercano” se ha convertido en lo más “extraño, falso y lejano.”. Parece ser que con el simple hecho de identificar todas nuestras acciones que realizamos en una semana e identificar cuantas de ellas tienen un contenido de amor, etico y moral humano, logicamente el resultado sera variable. Algunos tendrán mas, otros tendrán que preocuparse a reestructurar su vida cotidiana. Pero si tomamos a todos esas encuestas, seguramente el resultado va a ser minoritario para aquellas acciones que tengan un contenido real de amor, ética o moral humana.


Tales acciones humanas puras se invisibilizan a la falsa conciencia de la ​​sociedad, ya que como hemos dicho, no está en sus prioridades. Estas acciones no pueden convertirse en un objeto, entonces no tienen rentabilidad porque justamente no puede desarraigar del hombre, como hacemos cuando sacamos el oro de las montañas, el petróleo de los pozos subterráneos o las frutas de un árbol para tener un beneficio propio.

Frente ante todo este relato, el desvalor que atenta al amor, la moral y la ética humana, tiene sus daños colaterales. La vida acelerada que avanza y no espera, las nuevas reglas sociales y el abuso de la tecnología deja a afuera a los niños en la calle. Los intoxica como si pusiéramos en su boca el tubo de escape de un auto y donde nosotros somos justamente ese auto, porque todo lo que hacemos mal directa o indirectamente termina en ellos, en esa infancia inocentemente interrumpida. El camuflaje que le hacemos a nuestros fracasos o heridas como sociedad que somos, lo hicimos así porque no queremos meternos, solo queremos estar en “nuestro mundo”, con nuestros novelas de televisión, comidas, redes sociales, etc; total el “Estado es el responsable”.

Parece ser que hay una tendencia a una nueva moda social que se pronuncia innovadamente “ojos que no quiero ver, corazón que no va a sentir” y como termina la frase de la canción de Mercedes y René, parecer ser que todo lo que olvidamos, hace que “hoy…

..haya un niño en la calle”.


 
 
 

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